martes, julio 22, 2014

María Meleck Vivanco: de Canciones para Ruanda



1.   Solitario escorpión de amarillo purísimo
     Con erecciones que delatan la guerra


Bajo las puras rosas  Las palabras más áridas resisten
Bermellones y negras fulguran casuarinas  Languidecientes
brotes y viento atribulado
Atadas están al carruaje del sol y a la desolación del mundo
Acompañan postales con dinamita y gritos de locura
Pronto desaparecen todos los ruidos del amor  Mezclados
con amuletos consumaciones y presagios  Amor que se
complace con herejías y reniega del hombre
Piratas como dioses sellan la última puerta  Como mudos
sonámbulos de otro lagar oscuro  De otro violín de
infortunada melodía
Texturas para un cielo que contrasta el furor  Doble corona
De infaustas mariposas  Paneles que se cierran por adentro
Huestes que ardieron antes y yacen apagadas recubiertas de
sal  En cautiverio  Solamente nube rizada de pólvora y ángel
desvelado
Oh aldeas enterradas y lábiles como el fino temblor
Espacios de inocencia  Nieve de la tristeza que encanece
jardines  Llamador insistente en la desierta alcoba
abandonada
Aquietad remolinos Tened piedad en esta angustia larga
Resistid el escombro de inauditos recuerdos

Porque en Ruanda aún se abren blanquísimos capullos  Y en
Ruanda todavía los espejos resplandecen




2.   Las banderas de orfandad  Enrojecen la lluvia



La partición de las estrellas  Descubre oscuridad sobre los
mismos cuerpos que luminosos nos herían  Agotados estaban
de escandalosos sueños  Sin conocer del llanto esa orla de
pies inertes  Su filo de flamencos que van minando las
profundas sedas  Las mordidas de besos  Las diminutas lunas
de la mano
Deseo por deseo  El borde de mis labios amaneció vacío
Adormideras del mar  Retengo a mi costado  Escalofrío de
extremaunción convocan las campanas  De norte a sur  Su
oficio de follaje y negra sed se instala en las murallas  La
palabra cabeza funda banderas lejos de su templo  En ingle
alucinada  En rojo ardiendo  En gotas de atormentados niños
cayendo a sobresalto  Aullando a flor de vientre desde una
comisura de relojes
Busco el secreto manuscrito de Ruanda  Su memoria
discriminada al cielo polvoriento
Y el pobre Dios cruzaba la frontera esparciendo como al acaso pétalos 
                                            / Naturalmente la víspera caían Abriendo al mundo
de par en par sus ritos para que entrara el mago de la suerte
Y pagar su rescate de azucenas  Desnudo hasta el cabello

Prendido de una nube como si fuera un ángel

*Poemas extraídos del blog alpialdelapalabra.


**María Meleck Vivanco (1921-2010).

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